Análisis
Si bien los dos posibles finales del primer juego resultaban ser bastante cerrados, Lucas Arts se las ha ingeniado para continuar con la trama, asumiendo, eso sí, que el final malo ya se explotó en la entrega especial del juego llamada "Sith Edition". Partimos pues del final bueno, donde Starkiller sacrifica su vida en favor de la alianza rebelde.
El mítico Darth Vader viaja al planeta Kamino en el que se realizan los clones para el imperio, desde los de Jango Fett hasta los del propio Starkiller, demostrando el interés del Lord Oscuro por resucitarlo. Vader encuentra, supuestamente, la copia más perfecta y evolucionada de Starkiller, y le confirma su condición de clon. Éste no digiere bien la noticia, y en un ataque de ira, decide escapar de su destino en busca de la alianza rebelde, teniendo lugar la historia un año y medio antes de lo narrado en Star Wars Episodio cuatro: una nueva esperanza.
El juego presenta el mismo desarrollo de siempre, bebiendo de los típicos Devil May Cry o God of War, una aventura de acción donde nuestra mayor preocupación será cómo derrotar de la mejor forma posibles a las oleadas de enemigos que nos saldrán al paso. A pesar de ello, Starkiller ha cambiado su estilo de lucha y ha perfeccionado sus movimientos, por lo que ahora podremos usar dos sables de luz y comprobar sus devastadores resultados en combate.
Lucas Arts también ha confirmado que, por desgracia, habrá menos enemigos finales en este juego que en la entrega anterior, compensándolo, eso sí, con un desarrollo de los mismos mucho más intenso y desafiante. Volverán, por supuesto, las posibilidades de costumización de nuestro protagonista, pudiendo decidir qué habilidades serán las más adecuadas de cara a su potenciación según nuestras preferencias.
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